viernes, febrero 20, 2009

06- DIOS HABLA ¿HOY? (Parte 3)

El ruido nos distrae hasta el punto de que llega a gustarnos.

En República Dominicana se va la luz. En la mayoría de los barrios de este país hay cortes de electricidad de hasta catorce horas y, aunque vivo en un sector donde supuestamente tenemos luz por 24 horas, mientras estoy escribiendo esto no ha habido luz por más de dos horas.
Quizás esto no lo experimenten los países donde no sufren apagones prolongados, pero cuando se va la luz te das cuenta que estamos rodeados por mucho ruido: un promedio de dos televisores por casa, licuadoras, radios, el ruido de las neveras (que en una ciudad como Santo Domingo sumarían miles), millones de personas de las cuales algunas miles están hablando al mismo tiempo, carros (que en el sector donde vivo hay un promedio de dos por casa), autobuses, motocicletas, ¡uff! A todo esto estamos acostumbrados y por eso no lo sentimos. Admitámoslo: estamos rodeados de bulla. No nos debe extrañar lo incómodo que debe ser para una persona de ciudad viajar al campo y experimentar el ruido del ambiente.

Se siente incómodo porque de alguna forma nos sentimos protegidos por la bulla. Nos hace saber que no estamos solos, algunos hasta tenemos nuestra máquina de bulla personalizada llamada: iPod o reproductor de mp3 o mp4. En un tiempo hasta se creó un estilo de música más parecida a la bulla que a la armonía: el metal… a lo que muchos ya estamos acostumbrados y nos encanta. En Santo Domingo la gente es tan altruista y tan servicial que hasta regala su bulla: compran estos tremendos equipos de música de 50,000 pesos, lo instalan en sus carros (por el que solo pagaron 20,000 pesos) y luego andan por ahí con la música a to’ lo que da, compartiendo ruido con todo aquel que desgraciadamente no tiene para adquirirlo.

En las ciudades grandes no solo hay ruido auditivo sino también visual: en una de las principales calles de Buenos Aires conté alrededor de 100 letreros de un tamaño considerable en menos de un kilómetro, te aseguro que esa ciudad sería muy aburrida sin la calidad “artística” de este estilo de bulla. Está el ruido de estar todo el tiempo haciendo algo, de no tener la capacidad de hacer: NADA. No solo hay un ruido externo sino también esta el ruido interno.

¡¡Ah!! Y mientras escribo tengo la música de la computadora a todo volumen. Sería imposible escribir con el poco ruido que trae un apagón.

2 comentarios:

Guille dijo...

jaja, me encanto lo de la gente altruista que comparte su bulla :D

Te sigo...

Fausto Liriano dijo...

Guille: Si! ¿viste? eso pasa aca, no vi mucho eso en Argentina... egoismo, no? jejejejeje!