martes, junio 11, 2019

Dios No Está Oculto (Job Parte 17)


«Pues Él conoce mi trayectoria,
Saldré como oro puro, ya Él me ha probado.
Me mantuve en sus camino sin desviarme y
Mis pies han seguido sus pasos.
No me he apartado de las Palabras de su boca,
y sus preceptos en mi interior he atesorado.»
Job 23:10-12 
(traducción mía)

(antes de leer este post, te recomiendo leer Job 22-24)

El capítulo 22 comprende la tercera intervención de Elifaz, para este amigo Job no ha tomado el camino de los sabios antiguos sino "la senda antigua del malvado". Sus argumentos son gastados (no es que carezcan de cierto sentido, pero realmente no ha dicho nada nuevo), y lo único que ha dicho que presenta cierta novedad es: «Dios libera al que es inocente, y si eres inocente, también serás liberado.» (Job 22:30 RVC)

En el texto hebreo la palabra "Torá" aparece en el v. 22 («Escucha las instrucciones de Dios...»), esta palabra (que también es el nombre que los judíos le dan a los primeros 5 libros de la Biblia, también conocidos como Pentateuco) usualmente se traduce como "ley", pero específicamente en este versículo en la mayoría de versiones de la Biblia en castellano se ha traducido como "instrucción". Nuestras traducciones han sido influenciadas por el texto griego del Antiguo Testamento (Septuaginta) que tradujo torá como nomos ('ley' en griego) y, en mi opinión, "instrucción, mandato" es mucho más cercano (para el lector moderno) que 'ley'. Obviamente hay toda una costumbre que se ha vuelto histórica y que permea incluso nuestros textos teológicos; habrá también algunos que dirán "instrucción" no connota la conexión que 'obediencia' tiene con 'ley', y probablemente tengan razón. Pero 'instrucción' (y 'mandato') connotan una relación mucho más cercana entre las partes, aclaro: a oídos del lector moderno, que 'ley'.

Volviendo a Elifaz: mientras los amigos no bajan la guardia con respecto a sus posiciones (tampoco le buscan la vuelta para que sean mejor entendidas) Job va evolucionando en su argumento. Los capítulos siguientes (23 y 24) parecen ser una respuesta a Job 22:3-4 (dentro del discurso de Elifaz):
«¿Se complace el Todopoderoso en tu inocencia,
o gana algo con que vayas por el buen camino?
¿Acaso te castiga por tu piedad,
y por eso te somete a juicio?»

Entrando al capítulo 23, Job parece ya ignorar lo que sus amigos van diciendo y empieza a reconstruir su argumento, ahora con mayor tranquilidad (si leemos el libro de una sentada notaremos el cambio de estado) y lejos de su turbulenta palabrería. Desea un encuentro personal con Dios pues, aunque sus amigos no lo creen así, Dios sabe que Él es inocente y cuando esté frente al Señor, este Juez justo lo escuchará, sabrá que Job está en lo cierto y le dará la razón. Aún así, Job no sabe dónde encontrarlo (los versículos 8-10 del cap. 23 son un trazado diagonalmente opuesto al Salmo 139) y el silencio de Dios parece demostrarle que el veredicto se ha firmado, así que esto es lo que prefiere:
«¿Por qué no me quitaron la vida aquella noche?
¿Por qué no me cubrieron el rostro en la oscuridad?» (Job 23:17 RVC)

A pesar de eso, Job no teme pasar por el filtro sabe que saldrá bien, e inicia el capítulo 24 con una fabulosa crítica a sus amigos:
«Si el Todopoderoso sabe todo lo que pasa,
¿por qué sus seguidores nunca saben cómo actuar?» (Job 24:1 RVC)

La carga de ironía es importante (junto con el tono de hombre frustrado que tiene la frase): "Dios sabe qué lo qué y ustedes dicen seguirle pero... ¡no saben na'!" Y... esto debe servirnos para meditar sobre cuánto conocemos con respecto a la forma en que Dios actúa. Jesús le señala esto a los discípulos cuando habla de la ansiedad y la preocupación, nos dice que dejemos la preocupación para los que no conocen a Dios pero... nosotros conocemos a Dios y cómo Él trabaja, por lo tanto: no deberíamos preocuparnos. ¿Sí? Muchos no, y eso hace la pregunta de Job más relevante para nosotros que nunca, pues la ansiedad y la preocupación están llegando a niveles jamás vistos en la historia de la humanidad, aún cuando nosotros disfrutamos de comodidades nunca vistas en la historia de la humanidad. Es por eso que la oración de David debe cobrar un sentido especial para nosotros hoy:
«Muestra tu misericordia a los que te conocen;
muestra tu justicia a los de recto corazón.» (Salmo 36:10)

Resulta que Dios no está oculto como algunos quieren afirmar, y está disponible para aquellos que se proponen buscarlo.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto cortesía de 929

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