miércoles, diciembre 19, 2007

TENDRE QUE AMARLOS EN DIGITAL

Soy un enfermo sexual con los libros. Para los que tienen la cabeza caliente y la palabra “sexo” y todos sus derivados con chocolate le conducen al morbo, no es nada de eso: es una forma exótica y tropical de decir: “me encantan los libros”. Desde aquella vez en tercero de primaria que me regalaron una Biblia nuevecita, versión Dios Habla Hoy, cuyos dibujos me encantaban, y la que mi tío decía era “católica” (o sea mala… pero eso es otro post), siempre me ha encantado el olor de las paginas y me veo atraído por las fabulosas portadas de algunos, que de vez en cuando me engañan y me llevan a muuuuy malos contenidos pero que una que otra vez me llevan a buenos buenos libros… la cuestión es: me encantan los libros… creo que se entendió el punto.

También me gustan las revistas, estoy suscrito a varias de ellas, y de alguna forma los papeles siempre están por ahí, no porque me gusten, sino por cosas de la vida: papeles de reuniones, papeles que te dan en la calle, cosas que uno imprime, cosas que uno escribe, cosas que te envían y quieres mostrarla a otros, clases que uno da, etc… Así que, por la naturaleza de mi oficio, resulta que cada cierto tiempo tengo que estar limpiando y botando cajas y fundas de papeles y revistas y folletos, y regalar uno que otro libro que no volveré a ver, o la portada le fue infiel a su contenido. No se si a alguno de ustedes le pasa pero suele ser una tarea bien tediosa y más para gente como yo que soy del tipo: hombre-que-guarda-todo. Por nada del mundo me atrevería a botar algo en el mismo instante en que quizás considere que no volveré a ver. Eso, como la vida espiritual, se aprende con la práctica. Toma años saber a primera vista que cosas uno no conserva y que cosas si, o que cosas conservará temporalmente, hasta que uno se da cuenta que no sirve para nada.

Recuerdo la historia de alguien en la universidad que tenía una colección de historietas de SpiderMan. El tipo las tenía desde como el número 4 o 5 (que datan de 1963). Recién casado vuelve a su casa para darse cuenta que su esposa se había desecho de algunos “paquitos de porquería” (como ella le llamaba) que le ocupaban mucho espacio en la habitación de al lado. Desde aquel momento aprendí, que aquellos que guardamos cosas debemos aclararle a nuestras esposas que algunos papeles insignificantes pueden ser subastados por el bien del patrimonio familiar unos 30 años después por unos cuantos miles de dólares.

La cuestión es que después de años de coleccionar cosas, guardar papeles, revistas, botar cada cierta cantidad de meses, ver libros en anaqueles que uno no volverá a leer y que solo le suman algunos puntos a tu vanidad intelectual, el espacio te gana. ¿Dónde vas a meter cosas? ¿Podemos comprar una casa más grande? ¡No!

Hoy me pasó algo así, y por primera vez en mi vida reconocí que tendré que darle paso a la tecnología. Amo los libros, como pesan, el material, como huelen… las revistas, las fotos, y sinceramente prefiero escribir en una libreta (o mascota como le llamamos los dominicanos) que en computadora (me tomó meses acostumbrarme a hacer borradores en el computador). Pero si hay una cosa que tenemos que aceptar es que así como los escribas tuvieron que desaparecer, las imprentas serán cada vez más escasas, conservaremos los libros para que nuestros hijos (o nuestros nietos) sepan como fue una vez antes de la época de “todoesdigital”, les aseguro que no apreciarán el olor porque las cucarachas y otros bicho habrán hecho un buen trabajo, o simplemente por nostalgia al pasado. Si apreciaremos el tener más espacio, y algunas empresas venderán versiones impresas más caras para aquellos que nos sentimos apegados al pasado y estemos dispuestos a pagar… ¿150 dólares por “Cien Años de Soledad”?

Aunque no lo queramos admitir y muchos de nosotros muramos sin acostumbrarnos, una generación estará agradecida de la muerte del papel: no habrá peleas matrimoniales por usurpación y exterminación de colecciones, más invitados entrarán en la habitación de huéspedes, menos árboles serán usados en hacer papel y cartón (porque obviamente de alguna forma siempre lo necesitaremos, aunque en menor escala), y tendremos un museo nuevo: EL DEL LIBRO IMPRESO.

Quizás todo esto tome unos 20, 25 o 50 años, pero hoy me dí cuenta que mejor me acostumbro, así tendré menos nostalgia. Amo los libros, tendré que amarlos en digital.

4 comentarios:

Martín Dalurzo dijo...

Si, es cierto. Asi va a ser el futuro. Pero no creo que sea muy cercano de todos modos. Hay papel para rato...

Anónimo dijo...

Hola Fausto!!

Creeme que te enteindo, también soy amantes de los libros y de acumular cosas,de escribir en cuadernos y de conservar hasta una nota de agradecimiento, pero hace un tiempo me di cuenta que guardar cosas también es una forma de atarnos a cosas, personas y situaciones. Hace poco me mude y me vi en la obligacion de tener que revisar cosas que tenia guardas hace tiempo como cosas escritas o cosas que me habian escrito y la verdad que deshacerme de muchas de ellas fue bastante "liberador". Pero te entiendo perfectamente :))))

Cuidate mucho y que el Dios te llene de bendiciones

Fausto Liriano dijo...

Martin: gracias a Dios que no viene por ahora, aunque con lo rapido de los cambios es posible que esté sobre nosotros mucho antes de lo esperado. Hace unos dias lei sobre la muerte del cd en los próximos dos años, lo veo más lejos pero los que saben de eso ya lo están velando. Pasaría lo mismo con el papel?

Ode: si, uno aprende, a puras luchas pero lo hace. A mi me pasó lo mismo por las dos mudanzas que tuve después de casado, y de vez en cuando ya como que hago lo mismo y me voy despegando de algunas cosas y papeles que consideraba importante pero que ya no le doy el uso que pensé le daría.

Alejandro Vega dijo...

Hola Fausto,
Me identifique mucho contigo, ademas de los libros, tengo el gusto -y habito- de comprar revistas de todo tipo de temas, política, cultura, contracultura, de jovenes, hasta historietas, y realmente ya no me alcanza el lugar que les tenia asignado.
Pero bueno, ahi que se vayan convirtiendo en piezas arqueológicas, mientras de vez en cuando las vuelvo a leer.
Por cierto, me gusta visitar tu blog, desde hace tiempo debi enlazarlo.
Saludos