sábado, abril 19, 2008

MUCHO ANTES (1)

Érase una vez, mucho antes de que algunas personas decidieran establecer circos en vez de comunidades eclesiales, que quienes predicaban la Palabra, entendían que era posible que todo el individuo, y cada área de su vida, pueda ser transformado por el evangelio. Me explico: La Palabra es útil para TODO. Para Pedro, Juan, Pablo, Don Gato y toda su pandilla, era sumamente cierto que si aceptabas la Palabra podías ser cambiado en absolutamente todo. No que te transformarías en un extraterrestre religioso, sino que serías otra persona en el sentido TOTAL. Cuando digo TOTAL me refiero a que no solamente la sostenían como una idea en sus mentes (idealismo) o como un sentimiento en el corazón (emocionalismo, sentimentalismo), sino que tenía implicaciones eternas en lo que somos totalmente.
Hoy, algunos cientos de años después, entendemos que la Biblia es otro libro religioso, y eso es lo que predicamos. Una de las cosas por las cuales muchas personas no cristianas no lean la Biblia o ni siquiera les interesa leerla o estudiarla, es porque la miran con un libro que solo trabaja con el aspecto moral del individuo. Este tipo de personas se encuentra en tres posiciones principales:
1- No me interesa ser moralmente correcto en una sociedad hipócrita.
2- No me interesa ser moralmente correcto, porque esa es una posición relativa: lo que es moralmente correcto para ti puede ser que no sea moralmente correcto para mi.
3- Soy moralmente correcto (la antigua: “no robo, no mato, no hablo mentiras”), ¿para que leer un libro que trabaja con algo que ya tengo bajo control?
Peor aún, esa es la imagen que como cristianos proyectamos. El fin después de todo es “ser bueno”. Esto es lo que hace que el evangelismo sea más difícil, y que la relación con otras personas que no son creyentes sea casi imposible. Creo que los problemas por los cuales la humanidad está atravesando actualmente son mucho más grandes para estar concentrado solo en ser bueno, alguien que ayuda a las viejitas a cruzar la calle o que no se cruza los semáforos en rojo.
¿Qué puede entonces hacer el evangelio en una persona? Transformarlo en alguien capaz de enfrentar la vida con otras herramientas que lo harán un ser humano en capacidad para todo. Hasta donde yo se la redención incluye todo lo que soy, no solo mis actividades religiosas, y tengo que dejar que eso pase en mi para que entonces yo pueda enseñar a otras personas que eso también puede pasar en su vida.

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