THE BEAUTIFUL PEOPLE
¡Qué pasa! Todos aquí sabemos que eso dique de: “TE ACEPTAMOS TAL COMO ERES EN ESTA IGLESIA” es una de las falacias más grandes del mundo, es solo un gancho, una estrategia mercadológica, un letrero lumínico en nuestras campañas evangelísticas. En todo caso no es bueno generalizar así que digamos que es la falacia más grande en la mayoría de las ocasiones en que se recita.
Recuerdo que a finales de los 80s (época con la que no me relaciono mucho), había un comercial de televisión donde Cantinflas (ya entrado en añitos) recomendaba un bolígrafo con la frase: “BIC™ no sabe fallar!”. ¡Ajá! Inmediatamente todos los que comprábamos BIC esperábamos que fuese una de esas plumas eternas con las que escribes tu memoria en un pedazo de papel. Irónicamente, mis peores pesadillas “boligrafescas” vinieron cuando después de una o dos veces de usarlo fallaba… ¡para siempre! Lo peor de todo es que no pasó una vez. Lo intenté una segunda vez, y una tercera, ¡igual! Así que lo abandoné.
Una vez que levantes la mano se espera de ti que seas perfecto (a propósito de la frase del post anterior). Muchas veces la gente vive en ansiedad y depresión ante las estrictas demandas de gente que en su imperfección no tolera que otros se den el lujo de ser imperfectos… ¡y que vivan con eso! Es el problema de las expectativas.
Años después, esos mismos BIC™s, venían de diferentes colores (amarillo, verde, rojo, rosado, azul, etc.), y con unos diseños loquísimos en su piel. En la cajita, la misma frase: “BIC™ no sabe fallar. Asi que lo intenté, para darme cuenta que no sólo pasaba lo mismo sino que tenía manchas de tinta en mi pantalón y en mi camiseta. Creo que hubiese comprado BIC toda mi vida si una frase no se estampara en mi cabeza (… NO SABE FALLAR). Como estaba esperando que no fallara, ahora ni lo puedo ver.
Si ser cristiano es ser incómodo ahora será mucho más. Durante algunas semanas en El Círculo, hemos estado hablando sobre crear una cultura de aceptación dentro de nuestra congregación. Siempre hemos proclamado hacerlo, pero no necesariamente pasaba. Lo chulo es que para que esto ocurra tenemos que estar dispuestos a escuchar historias peores que la peor película de terror en versión japonesa, coreana o china, o películas de monjas (nada contra ti Gaby, solo tengo que admitir que las monjas, cuando están en sus trajes me asustan). Porque a la gente, a esa misma que está al lado tuyo o detrás o al frente o que te escucha (si eres pastor y predicador), tiene historias muy feas, de heridas, de pasados incongruentes con la “realidad” cristiana, y que en la mayoría de los casos no queremos escuchar. Nos hemos propuesto sacar nuestra imperfección y no pretender, confesar lo feo y enfrentarlo, es la única forma de vencerlo.
No queremos escuchar, por eso creamos la “cultura de la perfección”, porque la confesión nos da miedo. A los pastores porque no nos queremos enterar (aunque sabemos) de la destrozada vida de la gente, y que esos están en nuestra congregación. Y a la gente porque vivimos del estatus, ¿ y qué carajos dirán si me ven con este (o con ésta)? Pero peor aún: porque donde es posible mostrar imperfecciones, también se verán las tuyas. ¿Qué pasará con el estatus y la reputación que tanto te han costado?
Es necesario un espacio para el compañerismo y la confesión… pero de eso hablaré en otro post.
1 comentario:
No queremos escuchar. Tenemos miedo de escuchar. Escuchar crea implicación, también, De tener "adentro de la iglesia" a alguien que sea "semejante tipo" cuando pensábamos que !era otro" más... ama-BLE, más agrada_BLE...
La iglesia para quienes no se hizo la iglesia no puede vivir mucho, gracias a a Dios.
PD: Nunca estoy en mi traje. jajajaja
Besos
Publicar un comentario