jueves, junio 28, 2012

Déjà vu 01

Antes de seguir:

Esta no es la primera vez que escribo del dolor, es un tema recurrente que surge cada cierto tiempo en mis posts, pero de forma superficial y resumida. ¿Qué significa eso? ¿Significa que debo lidiar con él hasta que por lo menos llegue a conclusiones más profundas? ¡Quizás! Nadie sabe... ¿qué opinas?

Mientras tanto, un poco de déjà vu, veamos algunos de esos posts. Empecemos con esta recopilación que se llama "Dificultad":

Nos encantan las frases que hacen ver más "románticas" las dificultades, pequeños versos o poemas o extractos de algún escrito, que nos hagan ver que, cuando estemos en tiempos difíciles, vamos a sacar algo de ellos. Lamentablemente, cuando las dificultades llegan esas frases nos sirven para nada, parecen latas vacías de CocaCola (lo cual es... decepcionante) y no nos aportan nada. Es irónico que el verdadero ánimo lo recibimos desde la misma dificultad cuando llega el momento, el momento en que nos rendimos y decimos: "no puedo más, ¿alguien me puede ayudar?"

Entonces, una de las primeras cosas que debemos perder en los momentos difíciles es el orgullo, algo que paradójicamente nuestras frasecitas nos motivan a mantener (no me preguntes por qué... o sí: pregúntame). ¡Y esa si es difícil! Porque crecimos creyendo que no debemos rendirnos, que esa es la última opción y que debemos ganar siempre. Así que, evitamo
s pedir ayuda hasta el último momento que es cuando lo único que nos queda es el orgullo y nos damos cuenta que nos pesa demasiado para mantenerlo.

Tocar fondo, llegar hasta las profundidades del abismo donde nos golpeamos la cabeza o las nalgas (y déjame decirte que las dos cosas duelen mucho), perder el poco de dignidad que nos queda entonces resulta bien. Pero si resulta bien, ¿por qué lo queremos evitar? ¿no sería la constante perdida de nuestra "querida dignidad" lo que nos hace realmente dignos de recibir la ayuda de La Mano? Ciertamente, no somos dignos de la ayuda de la mano de Dios, es lo que la Biblia me dice. A pesar de que, sin ser dignos, Su Mano siempre está ahí, somos demasiado orgullosos (nos sentimos "la gran vaina" como decimos aquí) como para extender la nuestra y recibirla. Entonces, la dificultad, el dolor, nos hace: rendirnos.

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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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