jueves, abril 26, 2007

MINISTERIO ESTETICO

Durante los últimos días he estado pensando mucho sobre las razones por las cuales estoy en el ministerio. Básicamente si estoy en esto por fuerza gravitacional (es decir: que ya mi impulso mayor pasó al olvido y lo hago por costumbre), por satisfacción propia y auto-gratificación, o porque es la obra de Dios, y como es la obra de Dios lo hago para que El sea glorificado. Créanme que se puede perder mucho el sentido de propósito cuando trabajas en el ministerio por varios años, y no te detienes a evaluar cómo anda todo o cuál es la realidad. Gracias a algunas de mis conclusiones he descartado toda posibilidad de hacer un ministerio que se llame Ministerios Fausto Liriano o algo así… Me he descartado como útil sin la ayuda del Espíritu…

Pero a raíz de esto he meditado en lo que significa delegar, y no sólo en eso: cómo puedes desarrollar una comunidad donde no seas el centro de atención y donde, si es necesario que desaparezcas podrá continuar como si estuvieses ahí.

Empezando con delegar, no se cuántas veces he leído en libros del liderazgo sobre su importancia, que uno debe de dejar de hacer cosas que otros pueden hacer y como el líder debe sacrificar el papel de Bugs Bunny, y abrir puertas para que otras personas puedan integrarse. Admitámoslo: ¡es difícil! Una de las cosas más difíciles de hacer es delegar, redundo: no es fácil. ¿Qué lo hace tan difícil? He aquí mis consideraciones:
Lo que más se ha dejado de decir (o se ha dado por sentado) en los talleres, entrenamientos, libros, y otros recursos de liderazgo cristiano, es cómo hacerlo. Te dicen que delegues, te dicen lo importante que es, que analices cuales son tus fortalezas, que te concentres en ellas, y luego delega todas las cosas que no puedes hacer porque de seguro alguien está ahí sentado esperando hacer lo que tú odias hacer (o lo que se te hace difícil, para usar una versión mas “light”), pero ¿cuál es el proceso? Así que volvemos a nuestras congregaciones, emocionadísimos después del congreso aquel, o compartimos con nuestro equipo de líderes (llámale servidores o como quieras) lo que leímos en nuestro último libro de Cristiano SuperLíder, para después de unos días sentir la frustración de que nadie de los que les delegaste cosas cumplió, y que algunos de las cosas que cediste para que otras personas la hicieran tuviste que hacerlas tú mismo. Vuelves con la pregunta y te dicen que: “fue que te desesperaste y lo hiciste tú, la próxima vez déjalos que cometan errores”. Regresas y le das la rienda suelta para luego darte cuenta que no es tan fácil como preparar un jugo instantáneo. Como todo en la vida, delegar es un proceso; toma tiempo, años o meses y esa es la realidad. Y no sólo eso, toma mucha paciencia, y toma también que le bajemos la guardia al orgullo.
Seamos sinceros: cuando alguien a quien le has delegado algo, cumple pero comete errores, ¿en qué piensas? Te voy a dar dos opciones para facilitarte el asunto:
1- ¿Piensas en que está afectando lo que tú sembraste, tu ministerio, tu iglesia, la imagen de ese famoso proyecto que Dios ha puesto en tus manos?
2- O, ¿te sientes mal por el papelón que hizo, pero después de todo admites que la obra es de Dios y que el ambiente de la congregación es para que todos se puedan capacitar para “toda buena obra”, y que así como te permitieron cometer errores, estás dispuesto a que otros lo cometan por el avance del Reino?

En la mayoría de los casos, lamentablemente, la número uno sería un SI. Porque estamos tan preocupados por la imagen y las apariencias, que es casi imposible que tengamos la gracia de permitir que la gente cometa errores. Al final solo se trata de nosotros.

¿Cómo puedes desarrollar una comunidad de fe donde tú no seas el centro de atención sino Dios? Considero:
- Este asunto se torna difícil por dos razones:
1- Por nosotros. El ministerio se ha transformado más en artistaje que en llevar la Palabra, esto por razones de índole humana (o naturaleza humana), también por otras razones que son históricas, pero que ahora no tenemos tiempo de mencionar. Así que cuidamos mucho nuestra imagen como: pastores, evangelistas, misioneros, etc., quitando a Dios de la escena, y nos ponemos nosotros (sin olvidar algunos retoques en Photoshop™, claro).
2- Por la gente: Lamentablemente, y más en Latinoamérica, el modelo de pastor “caudillo” es difícil de sacarlo del deseo de la gente. La gente quiere un pastor que: predique, cante, toque la guitarra (y la batería), lave la ropa, cocine en el retiro de la iglesia, pinte, construya, y encima de eso que tenga tiempo para visitarlos; ojo: EL PASTOR, porque si a él (pastor) se le ocurre enviar a otro hermanito a visitarme, ¡ay! Ofensa capital.
Así que lamentablemente, cuando no somos nosotros (los que estamos en el ministerio) que nos esforzamos por levantar “nuestro” ministerio en vez del Reino, la gente alrededor son la principal fuente de ayuda para el engrandecimiento del ego en sus líderes.

Quizás deberíamos cambiar el slogan de Sprite™ (la imagen no es nada, la sed lo es todo) que aparece en los anuncios donde la gente hace toda clase de locuras, de esas que te dejan en ridículo delante de todo el mundo, para poder llegar a una botella de Sprite™ y satisfacer su sed, dejando bien en claro que cuando se tiene sed pocas cosas importan. ¡Si! deberíamos cambiarlo por: “La Imagen no es nada, la sed por Dios es todo”. Y así tener bien en cuenta que no importa que mi imagen sea rebajada y queda en ridículo si, manteniendo mi integridad delante de Dios, hago cosas para llevar la Palabra y el evangelio a todas partes.

Eso mi querido Watson es el primer paso hacia delegar.

Nota al margen: Yo se que muchos de ustedes se sienten incómodos con la palabra “LIDER” o “LIDERAZGO” para ser usada como referencia de aquel que sirve en el ministerio. Como ya antes les he hablado en este blog cuando el hombre decide corromperse detrás del uso de un nombre no importa cuan humilde suene el nombre.

3 comentarios:

Jaaziel dijo...

Querido Fausto, no me extraña que seas ya una estrella mediática ;)
Estupendo articulo, de los "basics".
Gracias

Anónimo dijo...

estupendo articulo deberas quisiera poder decirle esto a mi pastor pero como hago sin hacerle pensar que su actuación no es la mejor dentro de la delegacion de su trabajo

Manlio Hector dijo...

Existe toda una lista de requisitos que deben cubrir los aspirantes a servir,en la primera carta del Apóstol Pablo a Timoteo.Requisitos que deberían ser exigidos por el pastor o dirigente en particular de cada congregación cualquiera que sea su "sistema de gobierno".
Pero es allí donde radica la "ánomalia" porque se ha hecho del "liderazgo" un asunto muy similar a la politica mundana.
Por otro lado el Apóstol Pablo dice de si mismo que es un ejemplo a imitar,y muchos de los pastores y lideres actualmente están a millas de distancia de ésta posición.
Con todo sigue siendo responsabilidad de los que pastorean el resultado: una Iglesia que "engorda pero no crece" o una iglesia "jardín de niños" llena de bebes espirituales.