miércoles, mayo 07, 2008

SALIENDO DEL CLOSET...

Una confesión: Hace años que llevó pasando por esto, han sido años fuertes, pues cuando cargas con cosas que no puedes compartir con todo el mundo te sientes un poquito solo. Toma años uno poder adaptarse a la realidad y mientras vas cambiando por dentro es un proceso duro. Es casi como la metamorfosis de Kafka, poco a poco te vas convirtiendo en un bicho raro y un día amaneces como una gran cucaracha gigante, grande, de gran tamaño. Vives una doble vida, por un lado te identificas con los que están en tu situación pero por otro lado debes guardar la apariencia, no vaya a ser que te destruyan la vida a causa de lo que eres. Cuando superas tu problema personal entonces te das cuenta que si te decides exponer lo que tienes dentro otras personas serán afectadas, gente de las que te sientes directamente responsable.

Años después, me doy cuenta que por más que intentes protegerte viviendo una vida doble o por más que intentes proteger los tuyos, terminas no satisfecho y el resultado de la “protección” es bien pobre. Haciendo cuentas de lo que han sido los últimos años, en los que he aprendido mucho y he logrado superar algunas de las barreras que me impedían ser lo que Dios quiere que yo sea, he decidido salir del closet. No más apariencias, no más dicotómica existencia vial, no más. Salgo del closet: me dedicaré a no ser más la persona que por un lado se empeña en hacerle saber a otros las malas mañas de una parte de la iglesia, y por otro lado les celebra algunas de sus “buenas cosas” en orden de ser aceptado o en orden que el grupo de gente al que sirvo como pastor no sea afectado.

He encontrado que cuando queremos solemos ser muy dañinos, criticando a otros y sintiéndonos superiores, algo tan antibíblico como comer morsilla y más antibíblico que ponerse un tatuaje o usar el cabello largo. Esto nos lleva a ninguna parte, lugar que no ha sido definido físicamente y al que podremos llegar más difícil que al cielo (porque significa que no has legado a ninguna parte) pero al que muchos han llegado, si llegas ahí significa que no has llegado a nada pero a algo has llegado (a nada… cero, lo cual es algo así como una explicación que hay que dar de cientos de años de historia matemática).

¿Qué significa esto? ¿Qué voy a estar pasándome la vida buscando los defectos de gente que para mi está afectando la imagen de la iglesia? Te respondo con las palabras de Pablo: “Qué importa? Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro; es más, seguiré alegrándome” (Filipenses 1:18) Así que, de alguna forma no me afectan porque de alguna forma no existen pero existen. Solo existe en tu ambiente lo que tu le prestas tanta atención que no puedes hacer otra cosa sino notarlo.
Conversaba con un amigo sobre alguna de estas cosas, y me decía: “La cuestión Fausto es: si uno sabe que algunas de esas cosas están mal: ¿hasta que punto los denuncia o hasta que punto se queda callado?” Hmmm… yo no tengo la respuesta a eso, quizás algunos de ustedes ahí me pueda ayudar. Cristo lo hacía, principalmente cuando estaba entre ellos o para alertar a sus discípulos sobre sus tácticas religiosas, mientras tanto yo medito, observo y camino en mi nueva posición.

Cada paso hacia la libertad requiere transparencia y confesión.

1 comentario:

Cristabel Sosa dijo...

hola fautico. gracias por visitar y me encanto este post. abrazos!