jueves, enero 25, 2018

Y a veces...

Y, a veces, nos enfocamos tanto en los espectacular y extraordinario que olvidamos lo ordinario que es parte de nosotros. Lo peor de eso: perdemos contacto con lo natural, lo sencillo, lo... cotidiano, que representa la mayor parte de todo lo que nos rodea. En un nivel más bajo, lo que lo hace "sotanal" (sí, inventé esa palabra) y oscuro: nos desconectamos de la gente, a mayoría sencilla, ordinaria, sin grandes expectativas, pero que... vive, y guarda como nosotros una semejanza con Dios.

He visto que se puede terminar como un ente sin empatía, apático (si me permites redundar) a la cotidianidad, al pan, al agua, al vecino, al vendedor, al arroz blanco con huevo y a los niños.

Jesús (espectacular como él solo y extraordinario en todo el sentido que esa palabra podría guardar en este y en otros mundos, amén) nos lleva (o quiere llevarnos) a abrir los ojos a lo anti-espectacular y lo horripilante-cotidiano: el que está desnudo, preso, enfermo, con hambre y ser, se pone junto a ellos ("estuve preso" dijo.... ¡o sea! ¿cuándo Jesús estuvo preso? pero... estuvo preso, eso dijo... ¿no?), para que recuperemos nuestra verdadera humanidad, esa de la que deberíamos disfrutar y en la que tenemos oportunidad de encontrarnos con lo divino.

Deseo que tengas éxito.
También deseo que puedas abrazar
lo ordinario-cotidiano.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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