jueves, abril 14, 2022

Habla, Yo Escucho (DevosEnOriginales 47)


וַיֹּ֤אמֶר שְׁמוּאֵל֙ דַּבֵּ֔ר כִּ֥י שֹׁמֵ֖עַ עַבְדֶּֽךָ׃
1 Samuel 3:10

Muchas de nuestras oraciones consisten solo en decirle a Dios… cosas. Y está bien: dices cosas sobre Él, le dices cuán agradecido estás, pides perdón porque lo ofendiste, pides por la situación mundial, pides por algún amigo o amiga que necesita acercarse a Jesús, por alguna situación en específico… etc. Pero, si Dios es un Dios vivo, Dios habla, y no solamente a través del medio oficial establecido (es decir, la Biblia) sino también continuamente.

Es ahí donde la oración entra, no bajo la definición de “hablar con Dios” sino bajo la definición de “comunicarse con Dios”. Y, en la comunicación: uno habla y el otro escucha, luego alguien habla y el otro escucha. En ese modelo pedimos, preguntamos, hablamos, pero también dejamos espacio para que Dios hable, para escucharlo, o para simplemente aprender a afinar nuestros oídos para escuchar su voz. Pues, la verdad es que no escuchamos más a Dios porque no prestamos atención. 

Y sí… se que hay muchos leyendo esto y pensando que no quiere entrar en el loop de la gente que siempre están diciendo “Dios me dijo”, y que no saben distinguir entre sus pensamientos y la voluntad de Dios (algunas de las cosas que Dios “le dice” son tan antibíblicas que se deberían descartar inmediatamente), y que usan eso como una forma de manipular a otros, pero: ¿deberíamos dejar de escuchar a nuestro Padre porque tenemos un hermano mentiroso que siempre está tratando de convencernos de que Él dijo cosas que no dijo? 
Ahí.
Piensa en eso.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto Cortesía de Thomas Hawk
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