jueves, julio 11, 2013

¿Por Qué Corremos?

Vivimos en una época extraña.
Extraña porque el cristianismo parece ser altamente aceptado y de la misma forma: muuuuy rechazado. En mi experiencia, si te aceptan: algo has logrado; y si te rechazan ¡también! Pero la verdad es (y esto lo hace más extraño) que a pesar de esa aceptación y ese rechazo, no hemos logrado mucho. No en cuanto a las cosas que se supone el cristianismo debe lograr:
1- En su mayor parte la iglesia no está haciendo discípulos (algo que Dallas Willard llamó “La Gran Omisión”)
2- La iglesia no está siendo una comunidad de creyentes. Es más bien una reunión de personas que no se conocen, lo que la hace una no-comunidad, y que más o menos comparten algunas cosas (clase social, gustos musicales, y un montón de cosas que nada que ver...).
3- No hay mucho amor que digamos en las iglesias (puedes ir a una congregación y que tú, tus necesidades pasen desapercibidos).
4- La iglesia no hace ningún esfuerzo en responder a las preguntas claves del hombre actual, a pesar de que tiene LA respuesta (en Cristo). Y las respuestas que da, es a cosas que nadie ha preguntado (parafraseando un amigo).

Esto es un secreto a voces. Lo peor de todo es que parecemos darle la espalda a esa realidad, y constantemente surgen movimientos para “reparar” el estado de la iglesia que obvían o ponen a un lado la visión del Reino.

Recuerdo siendo un nuevo creyente que vino un movimiento de transformación de la adoración, que duró varios años. A ese le siguió un movimiento de “liderazgo”, luego de “guerra espiritual”, luego “misiones” donde se exponía el fracaso de un movimiento más antiguo: el de las campañas evangelísticas multitudinarias... luego otro, y otro, y ahora... otro.

Veo en estos movimientos dos características primordiales:
1- Algunos responden a la pasión de un hombre que veía algo en que la iglesia estaba cojeando, y que luego transformaba ese algo en “EL PROBLEMA” de la iglesia. Es decir, transformó su incomodidad con algo que puede ser que hacía falta en este es el problema. Pero trajo: desequilibrio.
2- En su mayoría se trataba de que la iglesia fuese relevante al mundo, la cultura en general o los no-creyentes o a un grupo de personas que se habían desinteresado de la iglesia. Pero pregunto, ¿será algún día la iglesia relevante a cuestiones que nada tienen que ver con el Reino de Dios o con su función? Me temo que no.

Yo corrí de un lado a otro detrás de algunas de estas cosas hasta que, después de un tiempo... paré... Me pregunté, ¿qué hago corriendo de forma tan frenética? ¿qué resultado me ha traído esto, o a mi comunidad y a la iglesia en general? Al ver que la cosa no había cambiado mucho, decidí dejar de correr y empezar a analizar qué es la iglesia, qué no es la iglesia, qué hace la iglesia, cuál es su misión. Mi primera reacción fue enojo, quería gritar “¿¡no se dan cuenta!?” Pero eso daba tanto resultado como los movimientos pasados y actuales. Escogí la pasividad en vez del activismo, y decidí invertirme en la iglesia local donde sirvo, iniciar una búsqueda interna y descansar en los recursos de Dios. No ha sido y no es un proceso fácil. Ponerte a un lado mientras ves a todos correr detrás de lo que parece ser el último boom cristiano, ese que “reparará” las grietas de la iglesia, no es fácil. Aparte que te expone a la crítica, las piedras y el cuestionamiento de otros. He sufrido, pero el sufrimiento y el dolor me han hecho un poco más valiente.

Lo que quiero escribir en el blog los próximos días es una propuesta. Ya he criticado bastante toda mi vida, y lo seguiré haciendo, pero esta vez quiero enfocarme en proponer. Quiero proponer a manera personal cosas que puedan ser vividas por individuos que aman a Dios, su Reino y que quieren ser la Iglesia. Mi esperanza es que, si unos pocos deciden que caminemos juntos en esto algún cambio se va a ver. Lento. Pequeño. Pero se va a ver.

El sábado pasado estaba fuera de la ciudad. A la hora de regresar con quienes andaban conmigo vimos como una multitud de gente corría como si fuesen a algún lado. ¡Un montón! Pensamos que quizás había pasado algo, pensamos que andaban detrás de alguien, algún ladrón o algún político que regalaba cosas. Todos corrían. A varias personas le preguntamos ¿por qué corren? Nadie sabía, así que nadie nos respondió. Simplemente uno salió corriendo delante y todos le cayeron atrás. Sin aparente razón, aunque supongo que había alguna.
Así estamos corriendo en la iglesia.
Algunos, observamos sorprendidos en la acera.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
Bajo Licencia Creative Commons

Foto Cortesía de Thomas Hawk

Usado Con Permiso Bajo Licencia Creative Common

3 comentarios:

Frank Naranjo dijo...

Me gusto mucho esta entrada, lo he pensado también. Creo que la iglesia no ha entendido algunos versículos, como dice Eclesiastes 1, todo es Vanidad.

Pablito Ventura H. dijo...

Serie digna de ser seguida. Me ha retado mucho el tema de tanto correr, sobre todo SIN PENSAR (como en el siguiente artículo, el del domingo 14). Tanto criticar y poco genuino propner. Miedo a proponer cambios verdaderamente pro-Reino, pues tememos "morir", fracasar o hacer el ridículo en el intento, perdiendo nuestro valioso "testimonio" (a.k.a. IMAGEN).

Bueno, Fausto, muy bueno.

PVH

Fausto Liriano dijo...

Frank: asi es, eso ha hecho mucho daño.

Pablo: wow! Qué sorpresa! Gracias por tu comentario.