martes, marzo 06, 2007

AHORA BIEN...

“No puedes tener un signo más grande de orgullo que cuando piensas que eres lo suficientemente humilde.”
William Law


Ahora bien, el morir al yo puede ser un asunto bien peligroso si uno no hace la transición con cierta conciencia. El movimiento de los Fariseos (Pharashayah), a quien tanto criticamos, había nacido con la intención de mantener la pureza en Israel, un país que durante años había tenido varias ocupaciones de naciones paganas, en tiempo de Jesús los Romanos. Algunos años después de su aparición no eran más que un grupo de hipócritas (obviamente no todos) que se escondían tras sus exagerados dogmas y principios religiosos, muchos de origen oral y que ellos atribuían a Moisés mismo.

Una y otra vez me he visto atrapado en querer imponer en otras personas el proceso por el cual Dios me llevó, y cuando por alguna razón no trato de imponer este proceso (el cual a veces me parece fácil pero que me tomó muchos años y tiempos difíciles) entonces miró a los otros con un sentimiento de superioridad, porque de alguna forma he “logrado” lo que a ellos les es tan difícil, y me parece a veces incomprensible que no esté inscrito en sus metas o que no puedan proponerse cambiar.

Esta es una confesión un poco fuerte de mi parte, pero no me da miedo admitir cosas en las que pienso trabajar y por las que creo ustedes también han pasado, pues con mi reputación muerta al mismo tiempo que el viejo “YO”, no pretendo ganarme en ningún momento puntos que me hagan ver mejor o menor que ustedes. Mejor, porque muchos encuentran satisfacción en esto. Menor, porque también muchos encuentran cierta satisfacción en poder vivir con poco, el haber dejado todo por servir a Dios, etc. Pero creo (y esto puede ser una declaración un poco contrariante para algunos de ustedes) que en el mismo instante que estés consciente que lo que haces agrada a Dios de cierta manera que te haga sentir como que te mereces la gloria has resucitado a la carne y has muerto a las cosas del Espíritu.

¿Puedo sentirme orgulloso de haber logrado morir al yo? Creo que en ese mismo momento he vuelto a la “vida”, y no precisamente a la vida abundante que me da Cristo al negarme a mi mismo, sino a la vida que se supone no debería seguir viviendo. Hay muchas cosas que uno no ve como ídolos, y que lo son: el apego a la intelectualidad, la religión como manera de sentirnos orgullosos y que somos “los hijitos preciados de Dios”, mi increíble tiempo de oración, etc… Lamentablemente no estamos conscientes de esas cosas, porque en cierto sentido son cosas “buenas”, “abstractas” y no “representan” en ningún momento que hay en mi apetito por lo de la carne. Pero, ¿a veces no sentimos esa satisfacción después de lograr cierta cantidad de días en ayuno, cierto conocimiento de la Palabra, cierta cantidad de “horas de vuelo” en oración, y una cantidad acumulada de demonios reprendidos?

De ser así, entramos en otra etapa donde necesitamos negarnos, ya no a algo que puede ser precisamente medido, sino a algo que nos puede resultar más difícil por tener “apariencia de piedad”.

Como hemos visto, el negarse a uno mismo puede ser más difícil de lo que se piensa y debe ser manejado de forma consciente y constante para no verse uno atrapado en los mismos errores.