sábado, marzo 24, 2007

¿SOLO NOMBRES? (Parte 1)

Siempre disfruto de un buen café en la mañana, digo bueno no porque sea el mejor café del mundo, sino porque lo considero así. El café es bueno cuando:
1- Tienes un tiempo de oración y haces de cómo que Dios está ahí al frente tuyo, es bueno usar la imaginación.
2- Para beberlo con una buena película.
3- Para beberlo con una mala película.
4- Para conversar con amigos.
5- Para confrontar amigos.
6- Para leer un buen libro.
7- Para echar en la basura un mal libro.
8- Cuando estás deprimido y necesitas pensar.
9- Cuando estás alegre y solo quieres… una taza de café.

No hay verdad absoluta en el café solo el que disfrutes más, aunque para mi el que bebo es absolutamente el mejor, no importando el que consideres es el mejor en absoluta complejidad… blablabla.

Y con un buen café en la mano he estado pensando en nombres. Ok, pero no nombres como “Fausto, Pedro, Ramón, etc…”, sino los nombres o calificativos que usamos para poder identificar de alguna forma a aquellos que se desempeñan en los diferentes ministerios de la iglesia. Como pastor en una iglesia un poco peculiar que se llama “El Círculo Juvenil”, hemos tenido que sacar de nuestra estructura algunas cosas que afectarían el alcance de ciertas personas, las cuales forman la mayoría de nuestra comunidad, que provienen de familias cristianas, y a las que ciertos términos le traen muy malos recuerdos. Términos como: Junta Oficial, Ancianos, Diáconos, etc. Ya que queremos ser sensibles a este problema, les hemos cambiado los nombres a algunas de estas posiciones, entendiendo que más el papel que el nombre es lo importante. Así que, si el nombre afecta, entonces es mejor que los que sirven se llamen __________ (entiéndase por esta línea el abrir tu boca y no ejecutar ningún sonido). Repitan después de mi: ____________. ¡ESO!

A mi también me molestan algunos nombres. En cierto sentido, no el nombre en si, sino la forma en que lo usan los portadores de este nombre. Uno de los nombres que me traen más problemas en su aplicación es: “Apóstol.” He sido cristiano por una buena cantidad de años, y nunca había escuchado este término más que en la Biblia hasta que un día me levante y vi que había el montonazo de tipos que habían decidido llamarse apóstoles. Estoy seguro que algunos de estos los llamó el Señor, pero también estoy seguro que en la competencia pastoral en la que estamos metidos, muchos tipos simplemente vinieron y se pusieron ese nombre.

Tengo que aclarar que creo en la existencia de los apóstoles, y que creo en la validez de este nombre como parte de los cinco ministerios establecidos por Dios. Entiendo que Pablo no se hubiese llamado a si mismo apóstol, ni hubiese sido considerado apóstol si con los 12 se acabo la repartición. Tampoco hubiese dicho: “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros…” (Efesios 4:11), sino hubiese creído que algunos años después de él los apóstoles desaparecerían. Se que mi tesis hasta el momento es un poco débil sobre la existencia de apóstoles y que, algunos de ustedes que tienen otra posición, probablemente tengan una tésis más fuerte. Pero no estoy aquí para demostrar si los apóstoles existen o no, sino el problema del uso de algunos nombres.

Y sobre esto lo que me molesta es que ya el nombre perdió su sentido como algo que representaba lo que hacías y tu llamado, a más como posiciones de casta, algo así como un Masón de 33avo. Grado, y se utiliza más para inflarle su cabeza con delirios de grandeza a algunas personas que usan ese nombre. La mayoría ni siquiera está por debajo de ninguna persona y se autodenominaron apóstoles un día que el café les dio más animo. Aquí en Santo Domingo, hasta le cambiaron a la Red Pastoral al nombre de la Red Apostólica, porque de repente la mayoría de los que la formaban se dieron cuenta que eran apóstoles.

Como el algunas formas de usar el término apóstol pueden ser peligrosas, el uso de otros términos más “inofensivos” también…

Continuará…

2 comentarios:

Natanael Disla dijo...

Erwin McManus ha creado otro nombre para pastor: arquitecto cultural.

El problema con ese nombrecito es que cada quien es responsable final de la cultura que está forjando. ;)

Fausto Liriano dijo...

Nata: Creo que debemos aprender a usar los nombres que tradicionalmente hemos usado, y a dejarnos de vainas (como decimos aqui). Trabajar el asunto de tomarnos el tiempo de enseñar humildad que es parte de la responsabilidad que va con el nombre, y el significado y el peso de ellos. Porque en 20 años a algunos lo de ARQUITECTO CULTURAL le sonará tan mal como Apostol o Reverendo...