miércoles, febrero 14, 2007

DE MANIPULACION MENTAL Y LO QUE NO NOS TOCA HACER...

ESTO ES PARTE DE:
¿ABAJO LA IGLESIA?
Sección 9 - Parte 2


¿Qué más les puedo decir? Por el nombre de la reputación, ¿estará abajo la iglesia?

Si Dios tuvo paciencia conmigo, ¿por qué caray no me tomo la paciencia con otros? ¿seré acaso yo más que Dios? ¿tendré yo todas las respuestas? ¿o acaso me enoja que a otros se les permita hacer lo que a mi no se me permitía y que de todos modos hice o hago? Esa respuesta que dije que no tengo, se que está en hacer discípulos. Es que primero nosotros tengamos un corazón de discípulos, y que enseñemos a otros a serlo. Es que dejemos que la gente cometa errores y que en vez de hacernos la vida fácil diciéndole lo que tienen o no tienen que hacer, los asistamos en sus luchas y les animemos a pararse, eso es discipulado.

El problema con esto es que los frutos instantáneos que tanto anhelamos no serán tan instantáneos, y que aparte de eso durante un tiempo no veremos no sólo el fruto, pero ni siquiera el árbol, sólo un terreno baldío. Lo cual no conviene, y no necesariamente al Reino sino a mi reputación. Pero el que siembra frutos de verdad, sabe que primero siembra la semilla luego espera mientras trabaja la tierra, luego sale una ramita, luego una planta pequeña, luego el árbol, y en algunos casos algunos años para ver los frutos. Me dirás: “pero es que el tiempo está cerca y hay que darse rápido.” Y yo te digo: “¿Qué puedes hacer luego de abrir tu boca con sinceridad, predicar la Palabra? ¿Meter tu mano supermagnetrofóbica dentro de las personas y cambiar su espíritu?” Lo siento hermano, pero eso es trabajo de Dios, a nosotros nos toca el trabajo de la paciencia. Paciencia que también debemos aplicarla a nosotros mismos, porque como dijo Cristo, al menos que la semilla no sea enterrada y muera, no llevará ningún fruto.

Se que muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero ya les dije que no tengo nada que perder, mi reputación la dejé cuando me negué (o cuando empecé a negarme, porque ¡Dios mío, cuántas cosas me quedan por negar!). Lo que estoy proponiendo es que, en el proceso que muchos de nosotros estamos, o pasamos, por obra y gracia del Espíritu y no porque nadie nos ayudó (yo se que a muchos de ustedes les ha pasado exactamente lo que a mi), asistamos a otros en su proceso personal, no nos enfermemos por sus fallas, tampoco se las celebremos, sino que oremos, les enseñemos y los animemos. Después de todo: “yo regué, Apolos sembró, pero Dios es el que da el crecimiento.” Y si no puedes hacer crecer a nadie, cosa que lamentablemente algunos se la atribuyen, ¿cuál es el afán y la tensión? Sinceramente hermano, tu tensión me estresa.

Aunque también muchos de ustedes no estén de acuerdo conmigo, el Cuerpo, la Ekklesia de Cristo, estará en mejores condiciones cuando sacrifiquemos nuestra reputación, entreguemos nuestro corazón a Dios, dejemos de llenar nuestro ego con números o con resultados ficticios que sólo existen en nuestra mente o con falsas expectativas, y abandonemos la manipulación. Esas cosas son como estar cimentados sobre la arena y en algún momento se derrumban.

(continuará...)

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