PORQUE NO VOY A LA IGLESIA

Hay cosas de las que uno no prefiere escribir pero, como toda cosa tuya, que es asunto personal y, por ende, te pertenece, va contigo, se detecta. Muchos quieren saber, otros ni se han dado cuenta… ¿qué más da? ¿para qué tener una lucha interna y pasar trabajo tratando de que mis expresiones no comuniquen lo que es evidente muy dentro de mi casa? Así que me dije a mi mismo: ¡Mierkina! ¡Hay que decirlo!

Hace años que no voy a la iglesia. Me aburrió. Muy poca gente se ha dado cuenta, quizás lo disimulo muy bien, o, ¿están percibiendo mal? No se la respuesta real a eso, quizás la se pero no la quiero saber. Dejé la vida cristiana que depende de qué se cante o predique, la vida cristiana que depende de personalidades, de la última tendencia de la moda propias del ghetto cristiano , la vida cristiana alrededor de una persona que con su personalidad nos atrae a él mismo más que a Cristo. Me convertí en iconoclasta y empecé a destrozar mis ídolos. Renuncié a los apellidos que me etiquetaban en mi contra, convirtiéndome en un personaje que ni siquiera yo sabía que era. Dejé de ser pro-institución y estoy tratando de ser pro-Cristo. Dejé de ser dependiente de otros para mantener mi ¿relación con Dios? Y empecé a tener una relación con Dios en orden de poder amar a otros. Acepté que Dios me ha dado espíritu de “dominio propio” y abandoné las sesiones de lavado de cerebro.

Hay más cosas pero tengo sueño.

Yo dejé de ir a la iglesia, y lo cambié por ser la iglesia. Yo soy la iglesia.