martes, septiembre 27, 2005

EL PECADO 01

De parásitos y Frankenstein... Nada que ver con mis vecinos


Buscaba una introducción perfecta para esto que estoy escribiendo. Pero antes, quiero agradecer a mis vecinos, excelentes vecinos, aunque creo que ninguno de ellos leerá esto, pero que sirva de homenaje para la posteridad:
1- Mi vecino del frente es tan dadivoso que las fiestas que da en su casa las ofrece para todo el barrio, quizás no todos cabemos en su casa pero sube la música a todo lo que da para que todo el barrio podamos escucharla. Muchísimas gracias.
2- Mi vecina de al lado mientras limpia le encanta escuchar las noticias, pero por si los que vivimos alrededor de ella no tenemos televisión, ella nos ofrece a las 11 de la mañana de cada día, noticias frescas que desde su radio se escuchan a 3 kms. a la redonda. Gracias Rafaela.
3- Los hijos del vecino del primer piso arrojan la pelota por la ventana de mi casa invitándome a que tentativamente juegue con ellos rompiendo floreros y una que otra cosa, lamentablemente nunca puedo lo que los entristece y empiezan a gritar de modo que todos en el barrio puedan entender lo divertido que es jugar, así los padres se animan y alegran a los otros niños. Gracias a mis vecinitos por sus inocencias...
4- Eso es vivir en comunidad ¿no? ¡Vivan mis vecinos!

Bueno les decía que tenía algunos días literalmente pensando como iba a empezar a escribir esto, y nunca pensé que el pecado fuese algo tan difícil de relacionar o de comparar con cosas.
Pensé en compararlo a los parásitos, luego de un interesante documental en el Discovery Channel. Es fascinante ver como estos llegan a estar dentro de ti y tomando parte de los alimentos que le pertenecen a tu estómago y ni cuenta te das, hasta que afectan otros órganos de tu cuerpo o obstruyen alguna parte de tus intestinos o te toca albergar uno de esos huéspedes asesinos, como la solitaria, que literalmente te puede matar.
Pero a diferencia de los parásitos, el pecado no es algo que llega ahí y se va, es algo con el que tienes que luchar para toda la vida. Así que lo descarté, con la posibilidad de quizás encontrar otro ejemplo.
Y regresando a la ciudad, después de llevar a alguien al aeropuerto, recordé que hace días estaba en casa de un amigo y veía sus libros. Mi amigo tiene una buena biblioteca de clásicos en inglés y entre ellos está Frankenstein, la historia de terror que todos nosotros conocemos. Tomé el libro en mis manos porque me pareció interesante, aunque nunca he pensado leerlo. Mi amigo empezó a explicarme como es la verdadera historia y lo fascinante que era aunque el inglés en que estaba escrito era muy incómodo de leer para alguien cuya lengua nativa era el español (ñangala fuangala)... De hecho, la historia me pareció bien creativa.
Siempre pensé de Frankenstein (como llamamos al monstruo que de hecho no es de él el nombre sino del científico que lo creó) como mi peor pesadilla un monstruo con dos transistores pegados en su cuello listo para atacarme cuando doblara la esquina en una noche de esas en que los apagones reinan en la ciudad de Santo Domingo. Hay un músico de Newsboys cuyo apellido también es Frankenstein... vaya. Pero encontré en Frankenstein una historia más profunda, más allá de Van Heilsen o las historias de terror que veo en el cine.
Este monstruo era como un niño, vivía en un pequeño cuarto en el que le pasaban la comida por una ventanilla y le impedían el acceso al mundo exterior. Y ahí dentro, en ese pequeño cuarto, nunca se había dado cuenta de lo horrible que era. Cuando finalmente revivió a la realidad de su monstruosidad se dedicó a la terrible tarea de hacerle la vida imposible al Dr. Frankenstein hasta su muerte. Donde quiera que Frankenstein iba, el terrible individuo que él había creado lo perseguía, haciendo su vida tensa, inútil, desdichada.
Hasta el día de su muerte en una embarcación, el Dr. Frankenstein se la había pasado huyendo de aquel monstruo que él mismo había creado. Al momento de morir, el monstruo lo miraba desde la ventanilla del camarote donde yacía con su último hálito.
¿Es esta historia parecida a la de nosotros con el pecado?
(continuará)

1 comentario:

Anónimo dijo...

jijijijij
interesante!!~~
se parece si..
los parasitos, hoy me comí un pastel en hoja de 15 pesos y realmente espero no haber cogido una tilapia,pero estaba bien bueno. Despues, me bebi una coca cola con hielo de un morir soñando pq en el colmado no habia hielo,y le rogue al chacho de los jugos q me diera de su hielo. Conclusion, creo q rete a mi hermana doctora q me prohibe comer de la calle,pero tenia mucha hambre y ese pastel en hoja estaba super bueno...
El pecado te debilita, creeme los parasitos tambien sino preguntale a alguien q le haya dado ameba de la mala.
Sorry, es q los parasitos,aunk losdescartastes se parecen al horrible caldo biotico de pecado.yeaksss