¿YO?
“El discípulo es llevado fuera de su seguridad relativa a una vida de absoluta inseguridad (eso es, en verdad, a la absoluta seguridad de la hermandad de Jesús), de una vida que es observable y calculable (que es de hecho incalculable) a una vida donde todo es inobservable y fortuito (eso es, a una que es necesaria y calculable), fuera de la realidad de lo finito (que es en realidad lo infinito) a una realidad de infinitas posibilidades (que es una realidad liberadora).”
Bonhoeffer
Algo con lo que Dios está tratando conmigo hoy es con el SIGUEME. Hoy por primera vez hizo un sentido casi literal las palabras de Pablo de: “¡Miserable de mi! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” Mientras luchas con seguir a Cristo el esfuerzo por negarte a ti mismo es casi como arrancarte algo que ha sido pegado con “Coquí” (un pegamento puertorriqueño ultrafuerte), y no hay forma de despegarlo sin arrancarte parte de la piel, así que no sólo te da trabajo sino que duele.
Y Dios… Dios se mueve de forma silenciosa, observando a sus hijos como aprenden a caminar, a ir al baño y a no tenerle miedo a la oscuridad. Hay veces en que le gustaría intervenir, pero esto es el proceso natural. En ese proceso Dios enseña dependencia total, y eso incluye borrar algunas cosas del chip que define tu personalidad. En dado caso debe ser un proceso voluntario, Dios nunca te forzará a que lo hagas. El solo llama y si aceptas el llamado entonces empieza el proceso.
Estas últimas semanas han sido bien fuertes, que han llevado mi vida al punto del desánimo. Muchas veces queriendo mirar atrás. Sin darme cuenta que Dios está pidiendo algo de mi, algo que pienso que me pertenece, algo que debo llevar al monte y sacrificarlo en orden de recuperarlo, porque mientras pienso que es mío no es mío realmente, sino que yo le pertenezco y me hace entender que yo soy el jefe cuando en realidad me controla. Así que en orden de seguir bien a Dios lo entregó para recuperarlo, lo que tampoco significa que tengo el control, sino que me enseña la dependencia de Dios, al final no tengo nada más que una ilusión, de la cual Dios me quiere salvar.
Vivir la libertad a la “Cristus” es bien difícil, principalmente cuando uno piensa que está libre y sigue siendo un esclavo. Es como que te den un cheque que nunca has cambiado y que sin darte cuenta no tenía fondo, pero lo guardas pensando que ese es tu ahorro para darte cuenta, unos meses después, que si era por el cheque no tenías nada de dinero. Muchos vivimos la vida cristiana así, cuando en realidad no vivimos nada, estamos en una ilusión óptica más potente que el polo magnético de Barahona. No somos libres nada, porque todavía somos esclavos de la moda, de las relaciones, de la apreciación de los demás, del dinero, de la comida, de la reputación, etc. No que ninguna de esas cosas sean malas, sino que esas cosas me controlan haciéndome creer que yo tengo el control. Quizás es lo que no nos gusta de Dios: EL NOS DA A ENTENDER LA REALIDAD: NO TENEMOS EL CONTROL. Esto nos enoja, nos molesta, porque nos gusta vivir en la ilusión de que tenemos todo “bajo control.”
¿Qué es esta libertad?
Esa libertad es que “no hay condenación para los que están en Cristo Jesús.” Nada puede señalarme, nada puede acusarme, no soy dependiente de nada, no tengo por qué preocuparme, tampoco me preocupa si alguien me quiere hacer entender que si puede señalarme, acusarme, mostrarme mis dependencias o preocupaciones; yo se que nada de eso controla mi vida.
En un mundo donde el éxito define todas mis expectativas, hasta qué amigos tengo, y “qué-feliz-mi-siento”; muy pocos cristianos conozco que son dirigidos con esa libertad, estamos tan tensos como todo el mundo, somos tan complacientes como todo el mundo, y estamos tan atados como todo el mundo. Pero imagínate, ¿quién se quiere envolver en un proceso que conlleva la muerte del YO? ¿quién quiere sentir que algo está tan pegado a ti que cuando lo despegas se te va parte de la piel? ¡Nadie! Pedro pensaba lo mismo y Cristo lo llamó “satanás”, y luego dijo: NO PAIN NO GAIN, algo en arameo que traducido es: “Todo aquel que salve su vida la perderá y todo aquel que pierda su vida la ganará.”