Ayer mientras estaba en el estudio de grabación de un amigo, se armó una pequeña discusión sobre “propiedad intelectual”, una “tesis tertuliana” con énfasis en el ambiente cristiano, tan pequeña que duró dos horas. La cuestión explotó cuando se trajo a la luz la realidad de que, en algunos países “desarrollados”, tienes que pagar hasta por las canciones que cantas en la iglesia. Es decir, no solo tienes que pagarle al tipo 16 dólares (les recuerdo que en mi país un número considerable de personas vive con menos de un dólar al día) por un cd, 30 dólares por un concierto, sino que si vas a cantar sus alabanzas en tu congregación también debes pagar. Mientras más alabas a Dios, más pagas.
Parte de las cosas que comentábamos es que, lamentablemente, hay países donde el asunto es legal, por ley, debes pagar a quien hace o escribe una canción. Pero es legal, gracias a que un grupo de autores cristianos, decidieron que ya era tiempo de ganar dinero con esto. Así que si es legal, ¿qué carajos puedes hacer? Miren, no voy a hacer el papel del Che Guevara, pero más que legal es un problema moral. Como persona que me considero discípulo de Cristo debo preguntarme: “¿Qué piensa Dios de todo esto?”
Cito, Efesios 4:11-13:
“Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al *pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una *humanidad *perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.” Cada cosa que Dios ha puesto en mis manos es para “edificación de la Iglesia”, y al paso que vamos la “humanidad perfecta” que viene a consecuencia de eso está más lejos que jupiter. “Si, pana – me podrías decir- pero no me saques el pasaje de contexto. Aquí se refiere a profetas, apóstoles, evangelistas, pastores y maestros…” ¿Y qué si te digo que cada habilidad y don que tienes es más para edificar la iglesia que para lucro personal? (1 Corintios 12). Pero la gente escribe no para la comunidad sino para su “propiedad propia”, y qué importa, te dirían, “no dices que yo también soy la iglesia, así que con los cuartos que gano con esto, me edifico.”
¿Saben qué? No importa lo que yo escriba (ya otros como Keith Green escribieron de esto hace tiempo) es probable que la situación no cambie, así que esto servirá más para desahogarme que para rascarle la panza al problema. Un pastor amigo me dijo la semana pasada: “Esto pasa porque los evangélicos nos merecemos esto, y no va a cambiar, va a peor.” (espero que esas palabras no estén registradas porque de otro modo tendría que pagar). Es cierto, así que más gente se burlarán de esto que escribo que las que dirán: ¡Hey! Hagamos algo! Pero… me desahogué. El día que aquí vengan a cobrarme por cantar canciones en mi congregación entonces escribiré canciones o adoraré en “silencio”.
Hay que tener cuidado, porque si el mercadeo ya no es en mesas, sino que es “intelectual”, de ideas, de canciones, cuando Cristo venga a destrozar serán otras cosas.