martes, diciembre 11, 2018

Temor, Temblor... y Alegría

Desde hace unos días estoy leyendo un salmo cada día, de manera muy lenta y reflexiva. Iniciando con el primer día de Adviento, apegado a la forma en que se hacían las lecturas de los Salmos en los inicios de la iglesia, de modo que el libro completo pueda ser leído dos veces en un año.

En el Salmo 2:11, algo captó mi atención con respecto a los que sirven al Señor. Dice, traducido cuasi literalmente:

"Sirvan al Señor 
con temor, 
y alégrense 
en temblor."


Un equivalente contemporáneo a "temor" (en relación a Dios) puede ser reverencia, y de "temblor", respeto. Pero tenemos que admitir que ambos términos son tan ajenos y levantan un sin número de sospechas especialmente en relación a la adoración, la religión y la relación de alguien con el Altísimo. Así que, esto empezó a darme vueltas en la cabeza y empecé a reflexionar en el salmista como alguien que experimenta cosas que no son necesariamente explicables, pero también como alguien de una época (unos 2500-2900 años atrás), donde no era negativo estar bajo la autoridad y el respeto de algo más grande que todo. Y recordé que cuando Benjamín tenía dos o tres años su forma de expresar cualquier emoción fuerte era "¡tengo miedo papá!".
Le regalabas algo que le gustaba,
decía "papá, ¡tengo miedo!" (lo decía riéndose);
veía algo que quería:
"¡papá! tengo miedo"...
en fin... y... siguiendo en una reflexión cuasi gimnástica de mis pensamientos,
recordé lo que se siente cuando conoces a alguien que admiras demasiado (no mucho... ¡demasiado!) y me di cuenta que sientes esas tres cosas: temor, alegría y... (a veces, en la mayoría de los casos:) tiemblas. Entonces, no es tan ajeno a nosotros ni a nuestras épocas si consideramos a Dios como lo más admirable, la persona más importante, lo más apero y genial del universo... cualquier encuentro con el es
temor,
temblor,
alegría.

¡Qué tengas una excelente semana!
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto Cortesía de Thomas Hawk

Usado Con Permiso Bajo Licencia Creative Common
 
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente! La admiración te lleva ese tipo de exaltación! Bendiciones
Raquel Francisco