REUNION 01 - ¡Y FUMA!
Es increíble (y me da vergüenza decirlo) que de todas las cosas y buenas cualidades que este tipo pueda tener lo único que me llama la atención es que ¡fuma! Aquí un extracto de nuestra primera conversación. Cuando estoy hablando yo las palabras están en negritas (porque soy el Veldugo01 ¡claro!) cuando es él están de forma regular:
- ¿Por qué fumas?
- Porque quiero, y parece que te molesta mucho.
- Bueno, no me gusta el cigarrillo, ni el olor ni el humo. Me parece bien extraño también que un hombre como usted fume y tanto.
- Malas costumbres, malas costumbres. ¿crees que vaya al infierno por eso?
- Hmmm…
- ¡Vamos! Responde.
- No creo que sea yo el que defina quién va al infierno y quién no.
- ¡Bah! Esa es una evasiva y bien mala. Fumo porque quiero, lucho con eso, te confieso. Pero es uno de los daños colaterales que me ocasionó el luchar con la G (siempre se refiere a la iglesia como a la G, por cuestiones que en las conversaciones de más adelante te darás cuenta), porque cuando luchas con la institución luchas por fuera: las críticas, los malos entendidos, la hipocresía, los amigos que ya no te hablan. Luchas por dentro: contigo, con las cosas que por años has aprendido, con el “silencio” de Dios que parece no importarle nada lo que un par de pendejos esté esparciendo por ahí (y no estoy enojado con El, al contrario hoy me siento más libre que nunca, aunque lucho con esta mierda- señala al cigarrillo, que by the way es el segundo), luchas con la teología de todo tipo que leíste, que aprendiste, que disfrutaste.
¡ja! El silencio de Dios. No sabes cuántas veces mi oración era: “¿Vas a dejar que sigan esparciendo este ántrax en proporciones exageradas entre tu gente?” Y la respuesta parecía ser “Sí”, aunque esto de “¿quién es la gente?" es una buena pregunta, ¿no? Así que quizás la respuesta era no… Y luchas por fuera pero más de cerca: en tu casa, con la esposa, con mi hija, que amaban el cristianismo de la G y que estaban hartas de llegar a la casa y verme envenado y envenenando. ¡Muchachooo! No es fácil… Y terminé fumando, por rebeldía y porque no me gusta el café, y tú bebes más café de lo que yo chupo cigarros.
Pero bueno, la pregunta no era sobre mis luchas sino por qué fumo. Te contesté pero, ¿por qué no le preguntas eso mismo a Bonhoeffer, o a Barth o a Lewis? ¡Mierkina verdad! Están muertos. ¡Jejejejejeje!
- ¿De todas las luchas cuál es la más difícil?- dije después de reír, aunque no me causó ninguna gracia.
- Diría que las de dentro y las que libras en tu casa, con tu gente, tu familia, tu esposa y tus hijos. Llega un punto que la gente de fuera ya no te importa, y te da lo mismo que no tengas amigos de la G sino un desgraciado que te invita un par de cervezas. ¿No te llama la atención eso? Las formas más fáciles de juntar un buen grupo de gente: le brindas una pequeña (una cervecita) o le hablas de prosperidad; con todo y que todavía me da trabajo beberme una cerveza con alguien en un colmadón, prefiero eso que lo otro.
- Yo ninguna de las dos.
- ¡Hmmm!- y me mira como diciéndome que a veces no hay salida. Bueno, ¿y de qué vamos a hablar? ¿por donde empezamos?
- No se, prefiero que las cosas surjan espontáneamente, ¿qué tal?
- Ok. Cuando me preguntaste de fumar dijiste que te parece extraño y cito: “… que un hombre como usted…” ¿qué es un hombre cómo yo?
- No sé, de alguna forma uno tiene expectativas de que alguien que llega al nivel de usted pase la barrera de los vicios.
- ¿Qué te digo chamaquito? Todos tenemos vicios yo dejé el de ser hipócrita. Pero no existe tal cosa como alguien de mi “nivel”.
Seguimos la conversación como por 30 minutos más, pero ya eran cosas como poniéndonos al tanto de qué hacíamos y de qué vivíamos, quedamos de juntarnos la siguiente semana en el mismo lugar y me dijo que quizás no fume…
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