jueves, septiembre 29, 2005

EL PECADO 02

De parásitos y Frankenstein... y ya no vuelvo a hablar de mis vecinos

Me imagino el pecado en mi vida como el "monstruo de Frankenstein", algo que me persigue para siempre y que no me deja tranquilo. He tratado de huir de él, me he escondido, lo he negado, dije que no fui yo que lo hice, me parece feo y no me gusta... pero admitámoslo: "la cometí", como decimos en buen dominicano. Ese monstruo ya ha vivido tanto con nosotros que es parte de nuestro ser.
El Apóstol Pablo dice: "¡soy un miserable! ¿quién me quitará este muerto de encima..." (paráfrasis tomada de THE MESSAGE en español por Fausto Liriano), lo que no quiero hacer lo hago y lo que quiero hacer no lo hago. No es culpa de nadie, yo lo hice y me persigue, me persigue quizás hasta el momento en que muera para celebrar que me hizo la vida imposible.
¿Se vale cambiar de opinión? El pecado también es como un parásito, y que bueno que no lo vemos, porque sería sumamente desagradable tenerlos pegados a la piel, que están en los intestinos o en otros órganos, escondidos, así nadie los puede ver. Se alimenta de nosotros, nos transforma en flacos espirituales, gente alejada de Dios, nos hace creer que no existe y nos engañamos con la mentira que somos gente buena y autosuficiente.

Me encanta una frase que escuche "nuestros pecados son muy pesados para cargarlos, demasiado reales para esconderlos y demasiado profundos para deshacerlos". Quisiera deshacerme del pecado de una vez por todas, pero está pegado a mi... Espero no parecer religioso al decirte esto: no hay otra salida al pecado que dejarse ayudar de Dios... y punto.
Yo dejé que Dios me ayudará pero tuve que aprender a lidiar con la culpa... (esos tres puntos se llaman suspensivos y pueden indicar que la última frase puede continuar en el próximo tema o algo así.)

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