Salmo 119:1-8
1 A los de camino recto,
que avanzan en la Palabra del Señor:
Dios los bendice.
2 A los que viven de acuerdo a sus testimonios,
y han invertido todo en buscarle:
Dios los bendice.
3 Aquellos que no hacen maldad
y se conducen por sus caminos.
4 Acatar tus preceptos
has mandado.
5 ¡Ah, si se enderezara mi vida
para cumplir tus decretos!
6 Así no sentiría vergüenza
de observar tus mandamientos.
7 Alabaré con diligencia
cuando aprenda tus justos juicios.
8 Atenderé a tus enseñanzas
¡Nunca me abandones!
He dividido estos primeros 8 versículos que en hebreo empiezan con alef (א) en tres secciones de modo que sea claro el movimiento que el salmista ha elegido para esta parte:
- los primeros tres versículos el salmista señala que la vía segura de la bendición del ser humano es seguir la palabra de Dios.
- los siguientes tres (4-6) van desde el mandato de Dios de que cumplamos sus mandamientos, a el deseo del salmista de vivir en la Palabra, y de moverse de vergüenza a orgullo.
- los versículos 7-8 el salmista hace dos promesas pidiendo el respaldo de Dios («¡nunca me abandones!»).
De las ocho palabras escogidas por el salmista para referirse a las Escrituras en esta aparecen seiss, que he traducido como:
(1) Palabra del Señor
(2) Testimonios
(3) Preceptos
(4) Decretos
(5) Mandamientos
(6) Juicios
Quiero ser consistente, hasta donde el reto me lo permita, en traducir estas y las otras dos (que todavía no hemos visto).
'Camino' es un concepto importante en todo el salmo, y las Escrituras son el camino que debemos recorrer y, al mismo tiempo, la seguridad de que podamos acabar bien el recorrido de la vida. Hay cierta progresión conforme vayamos explorando el salmo, y lo que él ha llamado 'camino' se va abriendo delante de nosotros conforme lo vamos recorriendo. Puesto de una forma más loca: la Palabra es el camino que nos ayuda a recorrer el camino de la vida. Es como un skateboard prolongado, largo (o una tabla de surf, un longboard), que nos ayuda a transitar por la vida de modo que el recorrido sea exitoso. Éxito es llegar al final del camino, y el final del camino es un encuentro, es visión, es poder ver al Dios que siempre supimos que estuvo con nosotros pero que nuestros ojos nunca vieron físicamente.
Irónicamente, y aquí voy con el fin en mente, el salmo termina diciendo:
"Sin rumbo camino, como oveja perdida,
¡ven a buscarme!
Pues no he olvidado tus mandamientos."
(Salmo 119:176)
No quiero adelantarme mucho, así que solo quiero señalar que toda la reflexión, afirmación, y lamento del salmo, es parte de un clamor general: te reconozco, se que tu Palabra es efectiva, lo he visto en quienes la cumplen pues son felices y bendecidos, ayúdame, es la única cosa que puede reconectarme con la real dirección, con la ruta que lleva a la meta. El salmista no ha idealizado nada, ¡es como cualquiera de nosotros y lo admite! Pero aún en ese sentido de desorientación sabe: la Palabra es lo único que puede conducirme hacia Él.
¿Cuál es tu rumbo?
¿Tienes... alguno?
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