¿De Qué Estás Lleno? (DevosEnOriginales 13)
A veces no prestamos mucha atención a cómo hablamos, de hecho: en la mayoría de los casos no le damos ningún tipo de importancia ni al tono, ni a las palabras, ni al cómo nos dirigimos a otros. Pero… resulta ser que para Dios es muy importante lo que decimos y cómo lo decimos, pero no al punto en que estas palabras se convierten en mágicas o porque quizás tienen la capacidad de atraer hacia nosotros lo que más anhelamos, como algunos han llegado a pensar, sino porque lo que decimos revela nuestro interior, revela lo que quisiéramos que le pase a otros y lo que pensamos de ellos (bueno o malo). No es lo que harán nuestras palabras, es lo que somos cuando nuestras palabras salen torcidas, o cuando las gritamos o cuando deseamos lo peor de otros. Y, en ese punto, resulta muy preocupante que, escuchando lo que sale de nuestras propias bocas, no nos preocupe que desde nosotros haya salido eso.
Jesús le dice a sus detractores que vamos a dar cuenta de cada “ῥῆμα ἀργὸν” (que se ha traducido como “palabra ociosa”, “palabra vana”, “palabra inútil”, “palabra sin sentido”), y no se lo que piensas, pero para mi esto es bastante serio.
Una vez leí por ahi:
«Cuida tus pensamientos; se convertirán en tus palabras.
Cuida tus palabras; se convertirán en tus acciones.»
Lo que va totalmente a tono con lo que Jesús dijo: “de la abundancia del interior del ser humano habla la boca.”
Desde lo que hablas y desde cómo te expresas, ¿qué hay en tu interior?
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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