El Peso De Mi Queja (Job, Parte 10)
"Job pide a sus amigos la suprema comprensión de la desgracia ajena: los amigos no saben dársela porque no han pasado por el dolor. Cristo ha de sufrir para entender el sufrimiento humano y disculpar a los hombres."
Luis Alonso Schökel
No es fácil escuchar a un amigo o a una amiga expresarse de esta manera:
»¡Cómo quisiera que Dios me escuchara,
y que me concediera lo que más anhelo!
¡Cómo quisiera que Dios me quitara la vida,
que descargara su mano y me hiciera morir!
Para mí, sería un gran consuelo
morir de inmediato sin importar el dolor...
(Job 6:8-10 RVC)
U oírlo decir:
¡Preferiría que me estrangularas,
que me quitaras la vida!
¡Aborrezco esta vida! ¡No quiero seguir viviendo!
¡Déjame ya! ¡No vale la pena seguir viviendo!
(Job 7:15-16 RVC)
Job no es el único de los personajes bíblicos que ha deseado la muerte: Jonás lo hizo, Elías también.... Pero creo que pocos estamos preparados para escuchar palabras como esas y quedarnos callados. La idea del suicidio, de la muerte asistida y otras locuras más, nos harían desesperar y decir... hablar... Así que, concedámosle un punto a sus amigos... o dos.
Las fuertes palabras de Elifaz han tenido el efecto contrario que quizás tenía en mente, pues Job no se ha apaciguado, sino que su respuesta se ha intensificado. Job tiene un punto: sus quejas son directamente proporcionales a su dolor (ver 6:1-3), ¡si ha hablado fuerte es porque su dolor es fuerte!
Hay algo que debe captar nuestra atención: él está convencido de que el causante de su dolor es Dios (v. 4), su forma de ver el mundo le impide ver otro agente. Puedes leer los caps. 6-7 y verás que Job no menciona a Satán, tampoco lo hacen sus amigos, y esto pudiese llevarnos a una conversación muy interesante. Obviamente Job ignora la participación de este agente acusador espiritual, pero hoy en día la exageramos: no desperdiciamos ninguna oportunidad de incluir al Diablo o a los demonios en cualquier cosa que sale mal. Solo quería señalar eso... y de ese punto no quiero abundar más.
Aunque en el cap. 7 no abandona del todo las palabras fuertes (como más arriba pudimos ver), el capítulo inicia con un tono más conciliador, reflexionando sobre la condición humana, que es fútil, un ocho a cinco de arrastrarse para ganar algo pero con la mente en el descanso, que nunca llega y que según Job solo lo provee la muerte. Job se convierte aquí en observador, sus reflexiones como la de Eclesiastés, su posición como la de Salomón: nunca esclavos, probablemente nunca trabajaron por un denario, nunca fueron jornaleros, pero observaron... y se dieron cuenta de que:
"¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y de todos sus afanes bajo el sol? Una generación se va, y otra generación viene, pero la tierra permanece para siempre. El sol sale, el sol se pone, y vuelve presuroso al lugar de donde se levanta. El viento gira hacia el sur, y da vueltas por el norte; va girando sin cesar, y vuelve a girar el viento. Todos los ríos van al mar, y el mar jamás se llena. Y los ríos vuelven al lugar de donde salieron, para volver a recorrer su camino.
Todas las cosas fatigan más de lo que es posible expresar. ¡Los ojos nunca se cansan de ver, ni se fatigan los oídos de oír! ¿Qué es lo que antes fue? ¡Lo mismo que habrá de ser! ¿Qué es lo que ha sido hecho? ¡Lo mismo que habrá de hacerse! ¡Y no hay nada nuevo bajo el sol! No hay nada de lo que pueda decirse: «¡Miren, aquí hay algo nuevo!», porque eso ya existía mucho antes que nosotros. Nadie recuerda lo que antes fue, ni nadie que nazca después recordará lo que está por suceder."
Eclesiastés 1:3-11 RVC
¿Notaste que es la misma forma en que habla Job?
Esta forma de él expresarse no solo guarda semejanza con las del Qohelet (Eclesiastés), sino también con la de David:
"¿Qué es el ser humano, para que lo recuerdes,
y el hijo del hombre, para que lo visites?" (Salmo 8:4)
"¿Qué es el ser humano, que lo engrandeces,
y lo tienes tan cerca de tu corazón?
¿Por qué lo visitas cada mañana...?" (Job 7:17-18)
En David encontramos sorpresa, maravilla al ver lo imponente de la creación que nos rodea, y de la que el ser humano es administrador; en Job encontramos lo contrario, es más bien un "¿para qué lo engrandeces si... terminas aplastándolo?" Sus nuevos lentes son el dolor.
¿Quién puede entender el sufrimiento a cabalidad? ¿Quién el fuerte sentido del... abandono y silencio de Dios?
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Jesús, el Cristo
"Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados." 1 Pedro 2:24
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto cortesía de 929
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